Topic outline

  • General

    Cultura científica

    Cultura científica

    Cultura científica

    La ciencia es una de las grandes construcciones teóricas del ser humano. Su conocimiento forma al individuo, le proporciona capacidad de análisis y de búsqueda de la verdad.

    Tanto la ciencia como la tecnología son pilares básicos del bienestar de los pueblos, y ambas son necesarias para que la humanidad pueda enfrentarse a nuevos retos y encontrar soluciones para ellos.

    El desarrollo social, económico y tecnológico de un país así como el bienestar de sus ciudadanos dependen directamente de su formación intelectual y, entre otros saberes, de su cultura científica.

  • 1. Los pilares de la ciencia

    Para muchos ciudadanos, la investigación continúa siendo una actividad restringida a un grupo reducido de expertos, ajena a las preocupaciones y el día a día de la gente de la calle. Pero no es así. O no del todo. 

    El conocimiento científico es clave para impulsar la innovación en cualquier ámbito, y siempre tiene una repercusión social. Es más: muchos investigadores hacen investigación para promover cambios sociales y estructurales que mejoren la vida de las personas y su entorno. Y no son médicos ni expertos en ciencias ambientales. Son sociólogos, economistas, demógrafos, profesores universitarios expertos en pedagogía o ciencias políticas e historiadores, que diseñan métodos, aplican tecnologías y lideran proyectos para reducir las desigualdades en salud entre unos barrios y otros, reeducar a niños que tienen dificultades para hacer cálculos matemáticos, crear bases de datos que pongan al alcance de todos parte de nuestro legado cultural aún desconocido, o combatir el fracaso escolar y las desigualdades de género.

    Adaptado de

    Post de Carme Pérez, Departamento de Comunicación ACUP - Programa RecerCaixa, y

    Raül Toran, vicepresidente de la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC).

    Ciencia para el cambio
  • 2. La formación de la Tierra

    Según los científicos, hace unos 13.800 millones de años se produjo una gran explosión, el Big Bang. La fuerza desencadenada impulsó la materia, extraordinariamente densa, en todas direcciones, a una velocidad próxima a la de la luz. Con el tiempo, y a medida que se alejaban del centro y reducían su velocidad, masas de esta materia se quedaron más próximas para formar, más tarde, las galaxias.

    No sabemos qué ocurrió en el lugar que ahora ocupamos durante los primeros 10.000 millones de años, si hubo otros soles, otros planetas, espacio vacío o, simplemente, nada. Hacia la mitad de este periodo, o quizás antes, debió formarse una galaxia.

    Cerca del límite de esta galaxia, que hoy llamamos Vía Láctea, una porción de materia se condensó en una nube más densa hace unos 5.000 millones de años. Esto ocurría en muchas partes, pero esta nos interesa especialmente. Las fuerzas gravitatorias hicieron que la mayor parte de esta masa formase una esfera central y, a su alrededor, quedasen girando masas mucho más pequeñas.

    La masa central se convirtió en una esfera incandescente, una estrella, nuestro Sol. Las masas pequeñas también se condensaron mientras describían órbitas alrededor del Sol, formando los planetas y algunos de sus satélites. Entre ellos, uno quedó a la distancia justa y con el tamaño adecuado para tener agua en estado líquido y retener una importante envoltura gaseosa. Naturalmente, este planeta es la Tierra.

    Obtenido de Astromia www.astromia.com

  • 3. Origen de la vida y evolución

    Algunas de las estrategias de supervivencia que existen en los reinos animal y vegetal son tan ingeniosas y sofisticadas que cuesta trabajo pensar que no se derivan de una acción inteligente. Además, la especie humana, aunque a veces lo parezca, no es la única especie capaz de cambiar el mundo. Otras lo hicieron mucho antes que nosotros y probablemente otras lo harán cuando nosotros hayamos desaparecido. No olvidemos que fueron simples organismos unicelulares los que transformaron definitivamente la Tierra al «inventar» la fotosíntesis e introducir oxígeno en la atmósfera, o que el manto verde que forma los bosques y selvas actuales no existiría, ni nosotros tampoco, si una humilde alga microscópica no hubiera decidido salir del mar y vivir en tierra firme, hace muchos cientos de millones de años.

    Nuestra propia especie, sin embargo, a pesar de ser una de las últimas en llegar, ha conseguido dominar el planeta en relativo poco tiempo y hoy se ha convertido, para bien o para mal, en árbitro de la situación. Del ser humano depende ahora, en gran medida, la supervivencia de muchas de las otras especies que comparten con nosotros la Tierra. Y es el ser humano, y ninguna otra criatura, la que empieza tímidamente a mirar fuera de este nuestro hogar en el espacio, más allá, en busca de otros mundos en los que poder vivir. Sin embargo, el conjunto de las características que hacen de los humanos lo que somos debió desarrollarse a partir de las de otras formas de vida que nos precedieron. La especie humana no surgió como un todo terminado sino que, igual que sucede con el resto de los seres vivos, tuvo un origen y una evolución.

  • 4. Medicamentos y avances en medicina

    El precio de no ser devorado por un león a los diez o treinta años puede ser un infarto a los ochenta. Las modernas prácticas de producción de alimentos, la medicina, la sanidad pública y la seguridad industrial y doméstica han mejorado de manera espectacular las perspectivas de sobrevivir hasta la vejez. Por desgracia, los crecientes efectos del envejecimiento no son los únicos aspectos negativos de nuestra buena vida. Así, por ejemplo, los excesos alimenticios han abierto el campo de las enfermedades nutricionales y el estrés de la vida moderna ha hecho proliferar los trastornos mentales, como la depresión.

    Adaptado del capítulo décimo de
    ¿Por qué enfermamos?,
    de RANDOLPH M. NESSE Y GEORGE C. WILLIAMS

  • 5. La revolución genética

    Desde el descubrimiento de la estructura del ADN y la posibilidad de aislar genes individuales los avances en el campo de la Genética han sido numerosos.

    La primera fase de esta revolución biológica tiene lugar con el aislamiento y la copia de genes de seres eucarióticos; la segunda fase coincide con el desarrollo de las formas de manipulación del gen aislado para reintroducirlo en la célula viva.

    Las aplicaciones de la ingeniera genética están creando nuevas perspectivas de investigación y nuevas ciencias, como lo demuestran sus potenciales aplicaciones en la curación de algunas enfermedades por transferencia génica o la obtención de productos farmacológicos a partir de la leche de animales transgénicos, que es ya una realidad. Pero aparecen nuevas implicaciones, y las cuestiones sociales, económicas, legales, éticas y religiosas no pueden dejarse de lado.

    Adaptado del texto de presentación
    de Ingeniería Genética,
    de MARTA IZQUIERDO ROJO

  • 6. La revolución de las TIC

    Las TIC son la tercera Revolución Industrial que en los últimos 50 años supera, tanto por su alcance económico como por el grado de penetración social, cualquier desarrollo tecnológico o revolución industrial anterior.

    Las tecnologías de la información y la comunicación se han convertido en la base de una revolución tecnológica, e inciden, de una manera o de otra, en todas las facetas de la actividad humana. Las TIC han conseguido alcanzar una gran importancia al convertirse en el núcleo de un proceso de transformación económica, con la aparición de un nuevo sector productivo que extiende los efectos sinérgicos al resto de las ramas de actividad.

    La revolución telemática, iniciada en la década de 1970 hizo que apareciesen los primeros sistemas de información que utilizaban la informática y las telecomunicaciones de forma conjunta y coordinada: las bases de datos en línea y el videotexto fueron los primeros exponentes de la era de la información digital. Esta revolución telemática lleva consigo la progresiva digitalización de la información.